Se denomina apego al lazo afectivo que se establece con las personas más significativas de nuestro entorno, padres, abuelos, y personas que intervienen en la crianza. Hace que se sienta alegría y placer cuando estamos con estas personas.
El bebé nace con un repertorio de conductas, como son: la succión, las sonrisas reflejas, el llanto, el balbuceo. Son conductas que demandan atención y están destinadas a crear el vinculo materno/paterno afectivo.
Entre los 2 y 7 meses, el bebé comienza a distinguir. Lo expresa ante la risa a rostros familiares y cesa o disminuye la risa ante extraños
De los 7 meses a los dos años se establece un fuerte vínculo.
Los estilos de apego se desarrollan muy pronto y se mantienen generalmente durante toda la vida
Podemos distinguir tres clases de apego, según el tipo de crianza.
APEGO SEGURO: Se da cuando la persona que cuida al niño demuestra cariño, protección, disponibilidad y atención a las señales del bebé. Esto permite desarrollar en el bebé un concepto de sí mismo positivo y sentimiento de confianza. Las personas seguras tienden a ser más cálidas y con relaciones íntimas más satisfactorias
APEGO ANSIOSO: Se da cuando el cuidador está física o emocionalmente disponible, sólo a veces. Esto hace al individuo más propenso a la ansiedad de la separación y al temor de explorar el mundo. No desarrolla correctamente las expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores. Se crea inseguridad hacia los demás, mezclada con un fuerte deseo de intimidad.
APEGO DESORGANIZADO DESORIENTADO: El cuidador ante las señales del niño tiene respuestas desproporcionadas y/o inadecuadas, incluso en su desesperación, al no poder calmar al niño. Esta conducta del adulto desorienta al niño, le crea inseguridad y ansiedad adicional.
Ser padres conscientes, Daniel J. Siegel y Mary Hartzell, Ediciones La Llave El apego y la perdida, J. Bowlby, Edit. Paidos Barcelona 1998
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